Para sus empleadores, votantes de Trump, son criminales porque infringen la ley al cruzar la frontera. En el aparcamiento de la macroferretería Home Depot, nido de temporeros, Melvin deja pasar otras tres o cuatro oportunidades de trabajo. Pero yo sé que la buena me va a llegar. Los ve dirigirse al grupo de jornaleros del que él se había vuelto a desgajar. La policía es una organización. Las empresas que les ofrecen trabajo son organizaciones. Si quieren negociar con Home Depot para que les ceda un espacio, si quieren trasladarle sus quejas a la policía, o si desean denunciar una falta de seguridad laboral o el robo de salarios, la manera de lograrlo es teniendo una organización que les represente. Soni encabeza la delegación de la Alianza Nacional de Trabajadores Huéspedes NGWA por sus siglas en inglésuna agrupación con implantación nacional que desembarcó en Panama City a finales de con un objetivo claro y ambicioso: sindicar a los insindicables; arropar a los desarrapados y organizar, en suma, el poder colectivo de los crónicamente atomizados.
De acuerdo con el diario Daily Mail, el joven amante, Kirk McCambley, se había sacudido la lujuria sexual de la primera dama aduciendo que le acababan de diagnosticar un tumor en un testículo y el médico le había recomendado tomarse un respiro en su desenfreno genital. Robinson, quien ponía en riesgo su relación con su novia legítima: una chica de su edad. Iris y Kirk se conocen desde que él era un efebo y ayudaba en la carnicería familiar. Cuando el padre murió , ella se comprometió a velar por el muchacho y esa tutela maternal derivó en un romance.
Los hombres, en el sexo —como en todo—, vivimos de los mitos, nos mueven los sueños. Ya no nos los cuentan los ancianos ni los chamanes ni los vemos pasar de lejos como a reyes y princesas que van con sus escoltas hacia el castillo. Los mitos actuales nos los crean los medios, la televisión, el cine, la radio, las revistas y nos atrevemos incluso a crearlos nosotros mismos. En nuestras calles, en nuestras oficinas o lugares de trabajo, hablamos y hablamos hasta mitificar el poder sexual de alguna vecina, alguna secretaria o de nuestra misma jefe. Al cine, a la televisión, a la prensa y ahora a internet les debemos el deseo insaciable por las rubias. A las rubias recurrimos para que nos ayuden a aludir la sexualidad en la infancia, para que nos den una mano imaginaria cuando la adolescencia nos obliga a tener amores solitarios y cuando el amor de la vida adulta no alcanza a excitarnos suficiente y hay que ayudarlo con la imaginación. Sin mujeres rubias en las carteleras los cines estarían vacíos. Las rubias no solo nos alegran la vida, mueven la economía y son mecenas eróticas del arte. No me puedo quejar, lo pasamos muy bien, pero no era lo que esperaba.
Durante la comida, y después de ella, supo Catalina mantener una conversación tan variada como entretenida, y Carlos se admiró de no encontrar en carencia de cuanto decía, ni la pedantesca pretensión de una mujer instruida, tampoco la locuacidad insustancial de Elvira. Elvira junto a ella hablaba menos que de costumbre, tanto era el placer que tenía en oírla, y el mismo Carlos empezó a comprender el poder de atracción que se atribuía a la condesa. Catalina parecía admirar también en obligarle a hablar, y para animarle en la conversación aparentaba algunas veces contradecirle; pero siempre con tanta finura, con tan exquisita y natural urbanidad, que Carlos no hallaba en su oposición sino nuevos motivos de admirarla. No se negó éste y Catalina no pudo ocultar la satisfacción que le inspiraba lo que creía su triunfo. Aquella alegría de la vanidad satisfecha no se le escapó al joven, y estuvo a punto de retractar su promesa. Y Carlos se decía casi a mandar en sus excusas a Elvira, cuando ésta llegó ya vestida a la puerta de su aposento diciéndole: -Estamos a las órdenes de Ud. La condesa se presentó al mismo tiempo y Carlos no tuvo ya aire de evadirse. Presentolas el brazo en silencio y marchó con ella, perfectamente resuelto a desconcertar cualquier plan que la condesa pudiera haber formado, observando con ella en el teatro una conducta en extremo reservada y fría. Y a la verdad cumplió cabalmente su propósito.