Uno de esos quinces de septiembre en que fui a la celebración oficial en Campeche, mientras el mariachi interpretaba otra de sus canciones, un tipo alcoholizado a mi lado quiso decir, a mi parecer, «También de dolor se canta», pero terminó gritando: «También de dolor se sufre». Orgulloso, revanchista y con un vocho modificado para bocinas de disco móvil, el mexicano septembrino ha hecho de sus derrotas un motivo de presunción y ha dado a su amargura decenas de aplicaciones que nada tienen que ver con la pena. Para conciliar lo mejor y lo peor que tenemos, hemos inventado el mes patrio; la posibilidad de celebrar con voladores lo que no podemos ser en la vida diaria. Esa impostura de representar durante septiembre lo que no podemos ser en los otros meses del año recibe el nombre de «mexicanidad». Las aglomeraciones patrias vienen a demostrar ese crecimiento poblacional del que sólo tenemos noticia en carnaval y en las filas de las preinscripciones y también confirman una tradición persistente entre los ciudadanos: el desvelo como prioridad nacional.
A nosotros nos cuidan cuando vamos y volvemos temprano. Puedo preguntarle a mi tío, si quieres. Los tres se sorprenden cuando les digo que Enrique ya me invitó a ir con ellos. Nos sentamos en el bramante de la vereda de una esquinazo. Especialmente me recomiendan la canción «Amor de pobre», un verdadero hit. Levante es el momento de reafirmar mi conquista. Hago un soberano esfuerzo por recuperar mis pocos conocimientos futboleros. Comentan rumores de compra de jugadores argentinos para el Junior, el equipo específico que, aseguran, tiene mucho chance de ganar el campeonato y, como casi todos quienes me descubren argentina, recuerdan esa mítica goleada que Colombia le hizo a mi selección ——.
Vestirme siempre ha sido una forma de expresar mi creatividad. Durante mucho tiempo, sobre todo en la preparatoria y en mi adolescencia, la ropa fue como una armadura, era una forma de protegerme a mí misma. Si tenía un buen look, sentía que podía luchar contra el mundo. Yo fui stylist, trabajé en la fábrica de la moda durante varios abriles y me vestía sola, hasta que encontré a alguien que coincidiera conmigo.